Habrán notado una larga ausencia de entradas en el mes pasado. Ésto se debe a que había comenzado a buscar empleo como maestro. Mi primer intento mediante el Departamento de Educación local había fallado, ya que ellos perdieron la solicitud; y mi semestre como maestro-tutor en una institución educativa había terminado por el momento con gran éxito. Ya era tiempo para verdaderamente dar clases, hacer planes, y expandir todas las ideas que he escrito al aula de clases.
Hace unas semanas atrás, como caído del cielo, recibo un correo electrónico de uno de los profesores de la universidad, buscando un sustituto para uno de los maestros de matemática de una escuela privada de gran prestigio; ya que el maestro saliente comenzaba su doctorado.
Rápido como bala, me acicalo, saco copias del resumé y la licencia de maestro, y voy personalmente a entregarlos un lunes. Media hora más tarde, me llaman para entrevista el martes. Al día siguiente preparo mi lengua para no una, sino dos entrevistas, completamente en inglés (ya que la escuela es bilingüe). La primera fue con la directora del
high school y luego con la principal, mostrándole los planes de la Práctica Docente y contestando varias preguntas.
Ambas entrevistas salieron de maravilla; pero cuando me dicen los cursos que iría a ofrecer, les comento que ahora mismo no me recuerdo algunos tópicos de Álgebra II, como los elipses y las cónicas. Al decir lo anterior, les prometí re-estudiarlos de ser electo maestro.
Me cuentan que faltaba una tercera entrevista, la cual iba a ser conducida por el director de matemáticas de la escuela. Si lo comparáramos a las audiciones de
Idol Puerto Rico, pasé las audiciones, pero me escocoté en la fase del teatro.
Al final de la semana, regreso y lo que al principio parecería una entrevista con el estudiante de doctorado y el director se tornó en un simulacro. En un salón, que al momento se asemejaba una zona de guerra, me presentan éste ejercicio:
Esperaban que en 10 minutos o menos lo completara y lo presentase como si fuesen sus alumnos.
Mi mente me traicionó. Mientras que las partes a y c son fáciles de elaborar, era la parte b la que me arruinó. Sabía que para hallar la solución de la función polinomial tenías que utilizar la división sintética pero en vez de sumar, estaba restando.
Así que intenté por tanteo, sacando una solución aleatoria del bolsillo. Como no tenía ni un texto para ayuda ni nada, me rendí ante la presión y les dije que volviesen para la clase.
Para mí, eso fue un desastre. Mi nerviosismo me impedía ejecutar el díficil idioma del inglés con la solutra y fluidez del otro día. De seguro pensarían que estaban ante un atolondrado que le regalaron el bachillerato y la licencia, más cuando les comento que nunca tomé Pre-Cálculo (gracias al examen de Nivel Avanzado). Minutos después de terminar la “entrevista” y estar de camino a casa, el cerebro se me aclara y puedo conectar ese rompecabezas de ejercicio correctamente.
Ahora bien, dejando las penuras al lado, con esta experiencia me he encuentrado con algunos de los doce mitos matemáticos en matemáticos (¿irónico, no?):
- Mito: La matemática requiere buena memoria
- Realidad: Memoria, en este contexto, se refiere a memorización. Yo no tenía correctamente guardado en el cerebro el procedimiento para hacer división sintética. No seré capaz de almacenar todas las fórmulas y procedimientos, pero si de conocer maneras de resolver un problema naturalmente. Para eso existen los libros (que de por cierto debieron dejar uno disponible).
- Mito: Los problemas de matemática se trabajan intensamente hasta que éstos sean resueltos.
- Realidad: Esperaban que de zopetón sacase las soluciones, cuando en realidad me salío al segundo vistazo que le hago al ejercicio, tras darle un descanso al cerebro. Si así quieren que trabajen los maestros, a los estudiantes les tendrán menos misericordia.
Una semana después, entrego los documentos para que hagan mi archivo
porsiacaso al que eligan no da pie con bola. Me enteré de casualidad, cuando llamo allá la semana entrante, la secretaria me indica que eligieron al candidato pero que no sabía cual. Ni un correo electrónico ni llamada telefónica para decirme
“¡Gracias, intente de nuevo!”.
Por lo que pude observar en esa última entrevista, querían reclutar a un androide que al instante pudiese aclarar dudas. El problema es que soy un mero humano que tuvo una leve equivocación en el momento menos esperado. Así como le pasó a mi tocayo Culson, perdí el ritmo y me gané la medalla de cobre en los 400m con vallas algebraicas.
Si están leyendo ésto, agradezco la oportunidad de haber tenido mi primera entrevista formal de trabajo con ustedes. Me han hecho abrir los ojos aún más de lo que esperaba. Deseenme éxito como maestro de ciencias sociales, ya que ese era el Plan B. Si, me uní al lado oscuro de las ciencias porque no pudieron ver más allá de un fallo de un ejercicio cualquiera y se perdieron de mi adaptación, innovación y creatividad.